Bicentenario de México desde España: silencio y malestar oficial frente al ruido de los radicales
Bicentenario de México desde España: silencio y malestar oficial frente al ruido de los radicales
La ausencia de representantes del reino en el festejo por la consumación de la independencia de México ilustra el nivel históricamente bajo de las relaciones entre ambas naciones
Pedro Sánchez y Andrés Manuel López Obrador (Foto: Presidencia de México)
La ceremonia conmemorativa por los 200 años de la consumación de la independencia de México, con la entrada del Ejército Trigarante en la Ciudad de México, el 27 de septiembre de 1821, estará marcada por una llamativa ausencia: España.
El hecho de que ningún representante del gobierno de Pedro Sánchez esté presente en la ceremonia del Zócalo —ya no se diga el rey Felipe VI, o en su ausencia, la reina Letizia o la princesa de Asturias— ilustra el nivel históricamente bajo de las relaciones entre dos naciones unidas por la lengua y por fuertes lazos culturales, humanos y comerciales (España es el segundo inversor del mundo en México y México es el principal inversor latinoamericano en el país ibérico).
Todavía el 24 de enero pasado, en su discurso frente al cuerpo diplomático acreditado en España, Felipe VI hizo una referencia explícita a la celebración del bicentenario de las independencias en México y Perú, al asegurar que “España desea acompañar activamente estas celebraciones que deben permitirnos, no sólo realzar un pasado común, sino también reiterar nuestra firme determinación de seguir contribuyendo al desarrollo y bienestar de sus pueblos y ciudadanos”.
En la mente del monarca —y de la entonces embajadora de México en España, Carmen Oñate— estaba la polémica carta del presidente Andrés Manuel López Obrador a Felipe VI y al Papa para que pidan perdón a los mexicanos por los “abusos cometidos durante la caída de Tenochtitlán y la Colonia”.
La carta de la discordia
El impacto de la carta de AMLO —filtrada a la prensa a mediados de 2019 con el evidente objetivo de causar escándalo— ha sido corrosivo para las relaciones entre los dos países, que se encuentran en una situación de “impasse”, sin que nadie dé su brazo a torcer: ni España está dispuesta a pedir perdón ni el presidente mexicano parece dispuesto a ceder en su exigencia.
El pasado 30 de abril, el secretario de Relaciones Exteriores (SRE), Marcelo Ebrard, hizo una escala en Madrid camino de Rusia, luego de ser informado del “enorme disgusto” del presidente Pedro Sánchez, al conocer que España está excluida de la ronda de invitaciones que el gobierno mexicano hizo a distintas naciones para que participen en las conmemoraciones emblemáticas de este 2021.
Este gesto de Ebrard —básicamente aterrizar en Madrid para hacerse una foto con la entonces canciller española, Arancha Gómez Laya— fue correspondido por la jefa de la diplomacia ibérica con su deseo de estar presente en los actos conmemorativos del Bicentenario de la Consumación de la Independencia.
Sin embargo, a medida que desde los palacios de La Zarzuela (donde viven los reyes) y La Moncloa (donde vive el presidente del Gobierno) se imponía el silencio, desde Palacio Nacional (donde vive el presidente de México) se aumentaba el tono de reproche y este acababa retumbando en el país ibérico.
“No tienen ni siquiera la delicadeza de responder (la carta), la filtran y empiezan los ataques a mi persona y al gobierno, de autoridades, de intelectuales promonárquicos, Vargas Llosa, otros escritores, la prensa, El País, programas de radio, de televisión de España, burlándose de nuestra propuesta”, reprochó López Obrador a mediados de julio. “Les faltó humildad”, se lamentó, pero avisó que los actos de conmemoración seguirán adelante “sin ningún problema”.
Y efectivamente. Como AMLO sugirió, ni el rey, ni Sánchez ni ningún miembro de su gabinete socialista fueron convocados.
“No se ha recibido ninguna invitación”, se limitó a declarar desde Madrid el nuevo canciller español, José Manuel Albares.
Según informó el diario “El País”, cuando se intentó corroborar esta afirmación y se solicitó a la SRE la lista de invitados extranjeros, no hubo respuesta, lo que acrecienta la duda sobre si la falta de autoridades españolas es una represalia del gobierno mexicano por la negativa de España a pedir perdón por sucesos cometidos hace cinco siglos y durante los tres siguientes.
El último episodio de esta “guerra fría” entre México y España ocurrió este mismo lunes, cuando López Obrador agradeció expresamente a Francia e Italia su “colaboración” en los festejos conmemorativos por el bicentenario. Ni una mención al convidado de piedra de los eventos del día, España, aunque también es cierto que al menos no hubo reproches directos a España y que, hace unos días, el mandatario nombró como nuevo embajador en Madrid al gobernador saliente de Sinaloa, el priista Quirino Ordaz Coppel, a quien ya ha encomendado rebajar las tensiones “a plenitud”.
“¿Indigenismo igual a comunismo?”
A falta de ver si los gobernantes de ambos lados reconducen una crisis que no desean amplios sectores de la sociedad mexicana y española, la extrema derecha española, que olió sangre en cuanto se publicó la carta, quiere seguir sacando todo el rédito posible a su renacido “nacionalismo colonialista”.
Ya se vio venir cuando el líder del partido ultraderechista Vox, Santiago Abascal, en su delirio de conquistador, respondió a la carta de AMLO colgando en Twitter una foto de él mismo disfrazado con un casco del siglo XVI y asomado a un balcón donde cuelga una bandera de España. Debajo, la siguiente dedicatoria: “López Obrador, contagiado de socialismo indigenista, no entiende que al pedir reparaciones a España en realidad está insultando a Méjico”. Así, con “j”.
El escritor Arturo Pérez Reverte llegó incluso al insulto para mostrar su indignación por la petición del presidente mexicano: “Que se disculpe él, que tiene apellidos españoles y vive allí. Si este individuo se cree de verdad lo que dice, es un imbécil. Si no se lo cree, es un sinvergüenza”.
Otro intelectual que levantó polémica recientemente es el escritor peruano Mario Vargas Llosa, quien, durante su estancia en México dijo sobre AMLO: «Ha demostrado que es un populista, no me diga que no es cómico, absurdo. A estas alturas pedirle a España que pague los costos de lo que fue la Conquista de México, es algo completamente disparatado, no tiene ni pies ni cabeza», sostuvo.
Y la última en exhibir su racismo eurocentrista fue la presidenta de la región de Madrid, Isabel Díaz-Ayuso, quien este domingo proclamó desde Nueva York que “el indigenismo es el nuevo comunismo” y que el presidente de México “aspira a deshacer el legado de España y promover ese indigenismo por el que pretende que los ciudadanos, a través de las revoluciones y la desinformación, se unan a un proyecto que solo trae más miseria y pobreza».
Y pese a estos ataque directos a la figura del presidente de México, la insistencia del líder morenista en que España tiene que disculparse, si desea normalizar las relaciones, no la comparte el 57% de los mexicanos, según una encuesta de De Las Heras publicada en víspera del 15 de septiembre; quizá porque, entre otros motivos, no convence López Obrador cuando llama “casi fascistas” a los senadores panistas que recibieron a Abascal, y poco días después él mismo recibe con honores al dictador cubano.